CÓMO DETECTAR QUE ESTAMOS DAÑANDO NUESTRA VOZ

CÓMO DETECTAR QUE ESTAMOS DAÑANDO NUESTRA VOZ

“He tenido concierto y siento la voz cansada”, “Estoy un poco afónic@ después de un ensayo muy largo”, “He estado impartiendo clases toda la semana y mi voz está agotada, necesito el fin de semana para descansar”…. Son expresiones que se escuchan a menudo y parece que las hemos normalizado. Tenemos asumido que si hablamos o cantamos durante horas, es normal que nuestra voz después esté fatigada pero… ¿Realmente esto es normal? La respuesta es NO, no es normal.

Cantar o hablar siempre tiene que ser cómodo a nivel de garganta, aunque lo hagas durante horas y con un alto nivel de exigencia. Si después de utilizar tu voz intensamente sientes que está más apagada, con menos brillo, notas una cierta afonía o incomodidad a nivel de garganta eso significa que has hecho algo insano con tu voz, algo perjudicial, y por eso ella “se estáquejando”.

El problema es que las cuerdas vocales no duelen, no sentimos un dolor físico cada vez que hacemos algo erróneo con nuestra voz y por eso muchas veces persistimos en utilizarla mal, porque no nos damos cuenta hasta que ya es demasiado tarde.

La buena noticia es que nuestro cuerpo nos lanza unas determinadas señales cuando estamos haciendo algo insano con nuestra voz. Se trata pues de conocer cuales son estas señales y así poder detectar enseguida cuando estamos haciendo algo mal. Cuanto antes lo detectemos, antes podremos corregirlo y, por tanto, seguir utilizando nuestra voz sin dañarla.

En este nuevo vídeo te explico cuáles son estas señales para que puedas detectarlas enseguida. Esto es algo prioritario para utilizar correctamente nuestra voz, porque si no nos damos cuenta de que nos estamos haciendo daño persistimos en el error y cada vez es peor.

Espero que te sirva de ayuda para conocer mejor cómo funciona tu voz y poder utilizarla de una forma mucho más sana y libre.

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¿QUÉ ES MÁS IMPORTANTE PARA CANTAR SIN FORZAR LA VOZ?

¿QUÉ ES MÁS IMPORTANTE PARA CANTAR SIN FORZAR LA VOZ?

Hay quien dice que tener la musculatura abdominal relajada es primordial para cantar bien y no forzar la voz. Otros, en cambio, dicen que para no forzarla justamente hay que activar estos músculos aplicando resistencia con ellos (cierta cantidad de fuerza).

¿Qué hay de cierto en todo esto? ¿Qué es lo realmente efectivo: relajar o activar?

La verdad es que las dos afirmaciones anteriores son ciertas de forma parcial y por eso hay tanta confusión todavía con este tema. Hay personas que se quedan solamente con la idea de que hay que relajar (y por tanto les falta resistencia) y otras solamente con el concepto de la resistencia (y les falta relajación). Si te quedas solamente con la una o con la otra tu voz tendrá problemas.

Para intentar poner un poco de luz sobre este tema y ayudarte a que tengas un mejor dominio sobre tu voz, voy a explicarte esto de la forma más sencilla posible.

Nuestra voz es un instrumento de viento, la vibración de nuestras cuerdas vocales se produce gracias al aire que expulsamos en cada fonación. Para que la vibración de nuestras cuerdas vocales se produzca de forma regular y sana, debemos expulsar un flujo de aire constante, con muy poca cantidad y una determinada presión. Y para conseguir eso, debemos aprender a gestionar correctamente ese aire.

Para gestionar correctamente el aire al hablar o cantar, debemos diferenciar entre dos fases:

FASE 1: INSPIRACIÓN

Ya te he hablado anteriormente de ella en dos artículos de mi blog: Aprende a respirar correctamente para cantar y Cómo cantar con el diafragma,  que puedes consultar. Por ello no me voy a extender mucho ahora.

Es en esta fase, cuando inspiramos, que toda nuestra musculatura abdominal debe estar relajada, para permitir que el diafragma baje suficientemente y obtener el aire necesario sin ninguna tensión.

Si haces fuerza o “le pones mucha intención” a tu inspiración conseguirás el efecto contrario al deseado y entrarás en un círculo vicioso de tensión del que te costará mucho salir. Por ello tienes que tener muy claro que cada momento que inspiras es “una bajada de revoluciones”, un breve momento de relajación super importante. Si tu inspiración no es relajada, no será efectiva y por lo tanto, tu voz tampoco lo será.

FASE 2: FONACIÓN (VOZ)

Una vez has inspirado y tu diafragma ha bajado suficientemente, el aire que expulsas de tus pulmones hace vibrar tus cuerdas vocales y esa vibración es la que produce el sonido de tu voz.

Como te he comentado antes, es primordial que gestiones ese aire para que la vibración de tus cuerdas vocales sea regular y así no dañarlas. Debes sacar muy poco aire, de forma continuada y con una determinada presión. Para conseguir esto debes hacer que tu diafragma suba lentamente al expulsar el aire y ahí es donde entra en juego la resistencia.

Una vez has inspirado, tu diafragma va a querer subir rápidamente y expulsar todo el aire sin control… y tú debes “luchar” contra él para que eso no ocurra. Para ello necesitas activar tres grupos de músculos: abdominales, dorsales y lumbares, que son los encargados de resistir la tendencia del diafragma a subir rápidamente. Cuando activas estos músculos haciendo una determinada fuerza (controlada y progresiva) consigues que el diafragma suba mucho más lentamente, con lo que el aire que expulsas al cantar/hablar es mucho menos y mucho más controlado.

Como ves, para utilizar correctamente tu voz sin forzarla es importante que puedas relajar y activar estos grupos de músculos de forma consciente y continuada. La relajación y la resistencia se alternan constantemente (inspiro-relajo / espiro-activo) y las dos son igual de necesarias, pero en momentos muy diferenciados. Aplicar la relajación o la activación en el momento que no toca nos trae problemas y molestias.

Si al expulsar el aire tienes la musculatura relajada, por ejemplo, no podrás controlar el flujo de aire y tus cuerdas vocales se resentirán. Lo mismo a la inversa, si durante la inspiración no relajas la zona abdominal, tu diafragma no podrá bajar lo suficiente, con lo que no tendrás la cantidad de aire necesaria ni tampoco podrás gestionarlo correctamente después.

Por eso, hay una tercera cualidad  que me gusta trabajar en mis clases y talleres: la flexibilidad. A parte de la relajación y la activación, es importante entrenar la flexibilidad de estos músculos para que puedan cambiar repetidamente de estado (relajación-activación) sin bloquearse ni agotarse. Esto te permitirá tener un control mucho mayor de tu voz y conseguir con ella los resultados que deseas.

Resumiendo pues: Relajación?  SÍ.  Activación? SÍ.  Pero cada una en el momento adecuado. Y no te olvides de la tercera cualidad a tener en cuenta: la flexibilidad, para que tu musculatura trabaje de una forma efectiva sin bloquearse.

Espero que este artículo te haya ayudado a resolver las dudas que pudieras tener sobre este tema y a trabajar con mucha más consciencia, placer y efectividad tu voz. Recuerda siempre que a parte de los mitos y las “cosas que se dicen”, entender cómo funciona realmente la voz es primordial para poder emitirla correctamente y sacarle el máximo partido. La técnica vocal correcta es aquella que se basa en la anatomía y la fisiología; y es concreta y eficiente en la práctica.

¡Un abrazo!

 

FELICES FIESTAS Y UN REGALO PARA TI

FELICES FIESTAS Y UN REGALO PARA TI

Como cada año, quiero felicitarte estas fiestas con mi mejor regalo: una canción navideña hecha con todo el cariño y dedicación especialmente para ti.

Esta vez he versionado la canción “Little drummer boy” (El tamborilero), un villancico que aquí se hizo popular gracias a la adaptación que hizo Raphael ya hace muchos años. Esta adaptación se hizo tan famosa que incluso mucha gente piensa que se trata de un villancico español, cuando no es así. Por eso he querido cantarla en su lengua original, para que puedas escuchar cómo suena, y he añadido un pequeño guiño en mi lengua materna.

Espero de corazón que la canción te guste y que te aporte un poco de alegría en estos días tan especiales. Te deseo que pases una feliz Navidad y que el próximo año 2022 te traiga sobretodo salud, amor y que se vean cumplidos tus deseos.

🎄 ¡Un abrazo! 🎄

 

¿QUÉ ES EL METAL EN LA VOZ?

¿QUÉ ES EL METAL EN LA VOZ?

Puede que alguna vez hayas escuchado las expresiones “voz metálica” o “metal en la voz” y te preguntes qué significan. También puede ser que ya tengas una ligera idea o que directamente esto te suene a chino… Ya te avanzo que metal en la voz no significa ser cantante de música metal. 😂

El metal es una característica acústica que obtiene nuestra voz en determinados momentos y que hace que ésta suene com más potencia, más dirección, más autoridad y con más dirección. Ser conscientes de si aplicamos metal o no en nuestra voz, nos da un conocimiento mucho más amplio de ella y nos permite expresarnos (tanto cantando como hablando) de una forma mucho más eficiente.

Por eso he grabado este vídeo en el que te explico detalladamente qué es metal en la voz, cómo lo hacemos y cómo está relacionado directamente con los modos vocales (los diferentes tipos de voz que podemos hacer). Además, te explico de nuevo los modos vocales con más detalle.

Espero que te sirva de ayuda. 😊

 

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MITO SOBRE LA VOZ: “HAY QUE HACER FUERZA COMO AL DEFECAR PARA CANTAR”

MITO SOBRE LA VOZ: “HAY QUE HACER FUERZA COMO AL DEFECAR PARA CANTAR”

Como sabes, hace algún tiempo empecé una serie de vídeos cortos donde explico algunos mitos falsos que existen entorno a la voz y te razono el porqué no son ciertos.

En el vídeo que te comparto hoy hablo de uno de los mitos más dañinos que existen, y es aquel que dice que para hacer las notas agudas y potentes es necesario hacer fuerza “como si fueras a defecar”. Esto es totalmente falso y es prácticamente una aberración, ya que si haces eso puedes llegar incluso a lesionar tus intestinos (a parte de tener algún accidente… jejeje). ¡NO ES CIERTO, para nada debes hacer fuerza así!

En este vídeo te lo explico y te cuento cómo debes aplicar correctamente tu fuerza al cantar. Como siempre, espero que te sirva de ayuda.

 

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LA MÚSICA ME SALVÓ DEL INFIERNO

LA MÚSICA ME SALVÓ DEL INFIERNO

Hoy quiero explicarte cómo la música y el poder liberar mi voz me salvaron del infierno.

Este es el texto más difícil al que me he enfrentado hasta ahora, de hecho no sé ni por dónde empezar, pero estoy decidida a hacerlo. Alguna cosa en mi interior me dice que ahora es el momento, que se ha acabado el tiempo de la vergüenza y que nada de lo que sucedió fue culpa mía. Tal vez explicándolo públicamente podré, por fin, liberarme de ello y ayudar de algún modo a otras personas que hayan pasado por lo mismo.

Durante mi infancia recibí maltratos en casa, y al mismo tiempo me hicieron bullying en la escuela. Dos cosas que me han marcado de por vida.                                                                                                                                                            Hala, ya está, ya lo he dicho. Pero no, todavía no me siento mejor, necesito explicar cómo fue mi experiencia.

Para empezar quiero decir que mis padres son buenas personas y que con los años creo que se han dado cuenta y arrepentido de lo que hicieron. Con la distancia he llegado a comprender que eran dos personas completamente infelices y amargadas la una con la otra, que crearon una prisión para ellos mismos que con el tiempo se convirtió en un infierno; y que no supieron canalizar su rabia y frustración.

No recuerdo cuándo empezaron los maltratos en casa. De hecho, algunas de las primeras imágenes que tengo soy yo escupiendo sangre a los 2 años porque mi madre me había reventado los labios o a los 4-5 años rodando por el pasillo por las patadas que me daba mi padre.

Hasta que se separaron (cuando yo tenía 14 años) mi padre fue un maltratador de manual: gritos, amenazas, palizas, terror… Tanto hacia mi madre como hacia mí y mi hermano. Puedo decir que mientras estuvo viviendo en casa yo no sabía quién era mi padre, ya que siempre estaba de mal humor y yo le tenía mucho miedo. Incluso de pequeña tenía una pesadilla recurrente con él que todavía recuerdo hoy en día.

Mi madre alternaba los papeles de víctima y maltratadora: a veces llorando y compadeciéndose de sí misma en un rincón de la casa y otras pagando su frustración conmigo. Creo que se sentía tan mal y tan profundamente infeliz que la manera de hacer salir su rabia era castigándome: con la zapatilla, las manos, el palo de la escoba o con frases como “ojalá no hubieras nacido”. No ayudaba nada el hecho de que yo me parezca físicamente a mi padre, creo que por eso descargaba su rabia en mí.

Este mal vivir que existía en casa hizo que yo me convirtiera en una niña “rarita”, muy callada, retraída y con pocas habilidades sociales… Diana fácil para mis compañeras de escuela.                                                                                          Tampoco tengo claro cuando empezaron los escarnios y las palizas en la escuela, es todo muy borroso; pero creo que debieron empezar hacia el 3r. curso y duraron hasta que acabé la primaria, en 8º.

Hace relativamente poco que se habla abierta y públicamente del bullying pero todos sabemos que, por desgracia, ha existido toda la vida. ¿Qué mueve a algunos niños y niñas a ser tan crueles con los demás?                                                    Si tuviera que decir cuál de las dos experiencias (los maltratos en casa o el bullying) me ha marcado más, sería incapaz de escoger. Mi infancia fue un maltrato continuado, tanto dentro como fuera de casa.

Cuando llegaba a la escuela sabía que se reirían de mí en cualquier momento, me ridiculizaban constantemente. Dentro de clase se levantaban de la mesa fingiendo ir a buscar alguna cosa y aprovechaban para pellizcarme o tirarme del pelo al pasar por mi lado, me tiraban notas insultándome, me destrozaban el estuche, las libretas, etc.

En los momentos de escoger compañera para los trabajos o actividades en grupo no me escogía nadie, me pusieron apodos como: yema de huevo podrido, boca de buzón, dientes de caballo….                                                                          Y al salir de la escuela a menudo había grupitos de niñas que me esperaban para pegarme. Hacían un círculo a mi alrededor y me empujaban, me pegaban, me tiraban del pelo… mientras me insultaban y se reían de mí. Incluso alguna vez me habían llegado a perseguir hasta mi casa, teniendo el valor de llamar y pedirle a mi madre que yo saliera fuera, fingiendo ser mis amigas.

Sentía tal vergüenza por lo que me estaba pasando que no se lo explicaba a nadie. Ni lo que me pasaba en casa ni lo que sucedía en la escuela, aprendí a guardármelo todo dentro. Cuando finalmente les comenté a mis padres lo del bullying, creo que antes de empezar el 7º curso, les pedí muchas veces que me cambiaran de escuela pero no quisieron.

¿Las personas que les hacen bullying a otras son conscientes de lo que están haciendo? La respuesta es sí, son conscientes. Muy probablemente no saben las secuelas que tendrá aquello que están haciendo, pero saben que hacen daño.                                                                                                                                                                                            En los últimos días de 8º curso todas teníamos una libreta para que las compañeras nos la firmaran con dedicatoria como despedida. En algunas de las dedicatorias varias compañeras me decían que sabían que no se habían portado bien conmigo durante todos esos años pero que “no pasaba nada”, que las recordara con cariño; entre otros garabatos donde simplemente ponía “puta”. Todavía la conservo.

Mi infancia fue en general triste, donde el hecho de sentirme rechazada, ridiculizada y maltratada era la normalidad de mi día a día, que se iba alternando de escenario: de casa a la escuela y de la escuela a casa.                                                  Yo misma me creí eso de que “no pasaba nada” y que tenía que ir por la vida escondiendo lo que me había pasado como si fuera una vergüenza, como si hubiera sido culpa mía. Me fabriqué una máscara de persona fuerte y segura, a quien no afectaban las cosas, para que nadie desde fuera pudiera ni tan siquiera adivinar la herida que llevaba dentro.

Soy consciente de que una infancia y adolescencia así me podían haber convertido en una futura víctima de maltratos, una drogadicta o una fracasada, de hecho sigo arrastrando algunas secuelas, pero hubo una cosa que me sirvió de salvavidas y a la que me aferré con todas mis fuerzas: la música. Puedo decir literalmente que la música que salvó.

Tuve la suerte de que mi padre es músico y de que su banda ensayaba en casa cada viernes. La música siempre estuvo presente en mi vida y la amé con todo mi corazón desde el primer día.                                                                          Recuerdo que me ponía detrás de la puerta de la sala de ensayo y escuchaba todo el repertorio entero, me encantaba… Me sabía todas las canciones de memoria, con sus tempos, entradas y salidas; y después las cantaba delante del espejo con mi micrófono imaginario y por todos los rincones de la casa cuando estaba sola. Siempre tuve claro que sería cantante, desde que tengo uso de razón, y esta certeza, esta guía, no me ha abandonado nunca.

Cantando conectaba con mi esencia y dejaba que mi voz fluyera, sentía las notas brotar desde mi interior con total libertad. Dicen que quien canta su mal espanta y yo puedo decir que realmente es así. En esos momentos se me pasaban todos los males, ya no era la niña rechazada y triste, me dejaba envolver por la belleza de la música, me sentía completa, alegre, feliz… Hoy en día me sigue pasando lo mismo cuando canto.

A pesar de todo lo que estaba viviendo, hubo esta parte de mí que no permití que el rechazo y el maltrato la destruyeran. Es la llama que siempre ha estado viva en mi interior, la luz que ha iluminado mi vida, la que me ha guiado en el camino para seguir adelante y convertirme en quien soy. Por eso creo tan firmemente en el poder curativo de la música y de liberar la propia voz, porque lo he vivido en mí misma.

Siempre tuve claro el efecto positivo que tenía en mí el cantar y por eso, a parte de dedicarme a ser cantante, empecé a tener mucha curiosidad por el vínculo que tiene la voz con las emociones.                                                                          Hay dos ámbitos que por mi experiencia de vida me apasionan: la voz y el trabajo emocional. Por eso ya desde el inicio me formé en ambos sentidos y nunca he dejado de hacerlo, ya que considero que aprender es imprescindible para la vida.

En el ámbito vocal me he formado tanto en el sentido técnico como en el artístico  Y en el ámbito emocional me he formado en psicología, en coaching sistémico transaccional y en pedagogía (cómo enseñar para que la otra persona consiga desarrollar todo su potencial….¡básico!).

A los 25 años, por circunstancias que explico en otro artículo de mi blog, volví a re-conectar poco a poco con mi cuerpo y empecé un largo camino de auto-conocimiento y consciencia corporal en el cual sigo hoy en día.                                      Uno de mis grandes descubrimientos fue que cuanto más conocía mi cuerpo, cuanta más consciencia y control corporal tenía, más consciencia y control tenía sobre mi voz. Y es que la voz está en nuestro cuerpo, cuanto más lo conozcas y trabajes, mejores serán los resultados que obtendrás con tu voz. No se puede separar una cosa de la otra: tu voz y tu cuerpo son la misma cosa.

Todo esto me ha llevado descubrir e investigar que hay un vínculo muy fuerte entre la voz, las emociones y el cuerpo. Es importante saber que se influyen mútuamente y trabajar esta conexión nos ayuda a liberarnos y ser más felices. Yo lo he descubierto y lo he trabajado en primer lugar en mí misma y me siento muy honrada de ayudar a otras personas con mi experiencia.

Mi pasado y mis experiencias me han llevado hasta aquí. No puedo ni debo renegar de él, pues soy el fruto de todo lo que he vivido. No puedo más que dar gracias por todo lo aprendido y seguir adelante con esperanza e ilusión, feliz de poder ayudar con mi granito de arena a quien lo necesite.

Namasté ✨

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